Después de leer el libro nos damos cuenta que la realidad en la que
viven los personaje no es una realidad muy lejana, es simplemente la historia
de unos jóvenes que viven rodeados de sexo, drogas, violencia y soledad; el
autor nos hace mirar hacia adentro de nosotros y darnos cuenta que una parte de
nosotros está representada por cada uno de los personajes que aparecen en el
libro. Tal vez el autor lo que quería demostrar es el ambiente en el que viven
muchos de los jóvenes de nuestro país y que viven en esta realidad pero nosotros
por andar ciegos no nos hemos dado cuenta, y es ahí donde quiere llegar el
autor, sacar nuestros más locos pensamientos y hacer que dejemos el miedo a
sentirnos locos porque toda la vida nos han enseñado que la cordura es lo único
que debemos conservar, pero, ¿Cuándo han visto un cuerdo feliz? Hay que ser
atrevidos en la vida, dejar de mirar y empezar a observar, dejar de oír y
empezar a escuchar, ser personas locas pero sin llegar a extremos, ser felices,
expresar nuestros sentimientos y sobre todo dejar que nuestra mente se eleve en
un mundo de fantasía sin dejar a un lado la realidad en la que vivimos.
Mi nombre es Mauricio Galvis, estudiante de publicidad de la Universidad Católica de Manizales, que busca con este blog darle un sentido critico pero respetuoso a el libro trabajado actualmente en clase OPIO EN LA NUBES.
lunes, 1 de junio de 2015
Opio en las nubes es un libro que envuelve, atrapa y enloquece tal y
como lo están los personajes. Es un libro perfecto para cerrar todas las
puertas que tengan acceso al mundo exterior y abrir una, solamente una en el
subconsciente, la cual va a hacer que volemos más fácil por medio y a través
del libro para encontrarnos con lugares extraños con humo azul, luces de
semáforo, labial rojo, café negro, lluvia que se escucha en los tejados y sobre
todo, escuchar a Pink Tomate contando su experiencia con Amarilla.
El autor del libro buscaba y logró que cada persona al leer el libro
sintiera los olores, el humo, los sabores y la música, ya que este es un factor
importante en el libro porque a medida que los personajes van escuchando a
grandes del Rock como Donna Summer, The Rolling Stones, The Beatles, Jimi
Hendrix, entre otros, los sentimientos se unen y lo demás se olvida, el
presente, el pasado y el futuro se viven a la vez; no hay un orden, no hay solo
una historia, hay miles y cada una de ellas con un evento y circunstancia
importante las cuales hacen que el libro sea cada vez más entretenido y el
lector no quiera parar.
Rafael Chaparro Madiedo escribe Opio en las nubes desde una posición muy
oscura, gris y de cierta forma siniestra. En los primeros capítulos del libro
empezamos a conocer algunos personajes los cuales llegan a tener una gran cantidad
de errores, defectos y sobre todo de antivalores; estos personajes se
desenvuelven en un mundo de alcohol y alucinógenos los cuales hacen que se imaginen y vivan en un
mundo totalmente diferente el cual les hace olvidar sus conflictos y problemas
diarios.
Lo que busca Chaparro Madiedo, es que cada lector se meta entre las
líneas y pueda viajar a un lugar que nadie quiere pero que se encuentra siempre
entre rock and roll, heroína, mentes voladas
y sucias, gatos y libros. Nos hace viajar entre los tejados, toparnos
con Amarilla y su cigarrillo por la mitad, y junto a ella, ir atravesando todo
ese mundo de fantasía acompañado de sangre con olor a Vodka, una ambulancia con
Whisky y no saber si estamos en una noche corta, larga o tal vez oscura, Trip, trip,
trip…
martes, 26 de mayo de 2015
Rafael Chaparro Madiedo
Rafael Chaparro Madiedo nació en Bogotá el 24 de diciembre de 1963, fue el primer hijo de una familia santandereana que se instaló en la capital del país poco antes de su nacimiento. Hijo de Rafael Chaparro Beltrán, un ingeniero, Amintia Madiedo, quien fue profesora. La infancia y adolescencia de Rafael Chaparro Madiedo se encuentra enmarcada en el barrio Niza, al norte de la ciudad, mucho antes de que el Centro Comercial Bulevar Niza y la Avenida Suba fueran construidos. Este barrio, que después sería tema de varios de sus artículos periodísticos, es el lugar de la infancia, de los amigos, de los juegos y del lento transcurso de la niñez a la madurez.
Sus años escolares transcurren en el Colegio Helvetia, donde su inclinación literaria comienza a hacerse evidente por la participación en obras de teatro. Otra faceta poco sospechada de esta época es el interés de Chaparro en el baloncesto, que incluso lo llevaría a competir en unos inter-colegiados a San Andrés Islas. Lo cierto es que Chaparro Madiedo no era sólo el intelectual con un cigarrillo en los labios que se puede ver en sus fotografías, sino alguien con un gran sentido del humor, que desde su infancia gustaba del deporte y los juegos, fue aficionado del fútbol y le agradaba compartir tiempo con sus amigos.
Después de terminar el bachillerato Chaparro Madiedo se matriculó en la Universidad de los Andes, una de las más importantes del país, para estudiar Filosofía y Letras. Este sería su paso decisivo para entrar en la carrera de escritor. Allí funda la revista Hojalata junto a dos compañeros suyos, Andrés Huertas y Felipe Castañeda. Esta publicación, de la cual el gobierno sospechó que fuese revolucionaria, hizo que Chaparro Madiedo fuera investigado formalmente, pero el asunto no tuvo consecuencias y no se formuló ningún cargo en su contra. En la Universidad de los Andes conoce a Jorge Mario Eastman, a través del cual entra a trabajar como redactor cultural de la revista Consigna. También entabla amistad con Paula Arenas quien lo invita a participar en un proyecto de la empresa de producción cinematográfica Cinevisión; se trataba de un programa de humor y sátira política llamado: Zoociedad. Con esta misma productora participaría en Quack y La Brújula Mágica.
En el año de 1987 se gradúa de la Facultad de Filosofía y Letras con la tesis sobre Martin Heidegger titulada: Interpretaciones de los estados de ánimo como experiencias ontológicas con base en “Ser y Tiempo”. A continuación viaja a Montpellier para realizar unos estudios y al regresar comienza a trabajar en la Prensa; con este diario colaborará escribiendo artículos durante toda su corta vida. En 1989 viaja a Cuba para asistir al curso de guiones de García Márquez. Ese mismo año conoce a Ava Echeverri, quien sería su esposa hasta 1993. En 1990 inicia Zoociedad junto a Paula Arenas, Karl Troller y Eduardo Arias; y en 1993 La Brújula Mágica. En 1994 viaja a Paris y visita la tumba de Jim Morrison; conoce a Virginie, una francesa que sería su novia por un corto tiempo. Su novia de los últimos tiempos, Claudia Sánchez, compañera de trabajo en La Brújula Mágica, lo acompañaría hasta el último momento, cuando murió en la clínica Santa Fe, a causa de Lupus, una enfermedad que lo había acompañado desde los veinte años.
Rafael Chaparro murió el 17 de abril de 1995 en la clínica Santa Fe, en Bogotá, víctima de Lupus.
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